Una mañana espléndida amaneció Dios en Tudela de Duero y en el alto de la Parrilla el día de Nuestra Señora de la Estrella para que un nutrido grupo de amigos e invitados acudieran a la finca de Toros de Tierz a presenciar el bautismo de fuego de una docena de becerros, paridera anual que, aunque corta, siempre tiene y ofrece un ejemplo de bravura y acometividad. César Mata, el anfitrión y propietario anda de acá para allá saludando a quienes se acercan al enclave y preparando viandas, pan y bebida para tantos gazpacheros que acuden como las moscas al reclamo del ejercicio ganadero, mientras arrima a la mesa las vacunas y cicatrizantes, en donde Julián Escudero prepara las actas de bautismo al rojo vivo de las reses que han de pasar por el mueco, y Ricardo Maldonado, entronizado en su coronilla, abre y cierra la trampa para que vayan pasando los becerros.
Por allí están ayudando con los hierros malvados Jesús Caminero y Conchi Quijano, un matrimonio ganadero de Carrión de los Condes que crían en una explotación extraordinarios novillos a juzgar por el resultado en las plazas en donde se han lidiado. No faltan Alfonso, el empresario taurino de Simancas, a quien acompaña su esposa e hijos y que se ha traído una perola de garbanzos con gulas que aplacaron el hambre de la función. Manolito Sarmentero, el guardián de la puerta de la plaza de Valladolid, se afana con la lumbre y corta las virutas de chorizo criollo para sostener los estómagos de tantos seguidores como se han dado cita en la mañana. Llegan también el alcalde de Montemayor Iván Velasco Bachiller y el de Tordesillas, José Antonio González Poncela y numerosos amigos y conocidos, acompañados de amigos y familiares.
Poco a poco va pasando la mañana, acercándose la finalización del manejo y el herradero, mientras se extiende por el lugar un olor acre a torreznos chamuscados y pelos fritos, mientras reburdea en un cercado el toro padre de la ganadería, acompañado de una partida de vacas.
En fin. Un buen rato, un buen lugar, aunque el acceso deja que desear con baches e irregularidades que dejan los bajos de los coches hecho unos zorros.
Y César Mata, el letrado vallisoletano que ama profundamente a Cuéllar y sus encierros, concluida la fiesta, marcha hacia Torrelobatón sin solución de continuidad para torear a las cinco de la tarde por cuenta de la Diputación de Valladolid. Laus Deo, ganadero y que usted los lidie con salud. Suerte, y hasta el año que viene.
Fotos: Jesús López
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