El edificio de la Tauromaquia necesita un apuntalamiento necesario en sus cimientos, pues tantos ataques picándolos con fuerza y rabia de varios años, y que pese a lo que se cree continúan, bien es verdad que doblegados a la realidad, como la razón empírica de la evidencia tras haber visto el seguimiento de público a la pasada feria de San Isidro en Madrid. Ahora su silencio pausado es más que significativo.
Y ahora en este mes de junio hay varios hitos importantes que sirven a las poblaciones que lo ofrecen en una llamada singular, como las antiguas proclamas para visitar santuarios y lugares milagrosos producían en los pueblos unas interminables colas de acceso para presenciar el portento. Uno de ellos es la vuelta de José Tomás, el mito torero, esperado con ansia y expectación en Jaén. Allí tampoco hay billetes salvo los que se puedan adquirir en la reventa.
También van saliendo los carteles de ferias, de festejos de pueblos y ciudades para conmemorar a sus santos patronos. Y todos ellos tienen quejas de quienes no están incluidos en ellos. Especialmente, y a este respecto, se exhibe el carácter local de quienes viven en el sitio o son cercanos a el mismo. Y así si un torero de Valladolid no aparece inscrito su nombre en un cartel de feria vallisoletano, manifiesta su contrariedad y desagrado. Unos lo hacen y sufren en silencio sin dar ni un cuarto al pregonero y otros lo vociferan y critican, sin darse demasiada cuenta, que son las mercantiles organizadoras las que tratan de defender su negocio y condicionar todo lo demás.
Ya está Burgos a la puerta con la ilusión más estrecha y decidida del equipo que dirige Alberto García en una muestra de interés efectivo y aceptación, sin faltar tampoco las críticas por combinaciones más que extrañas. Y León y Palencia y Santander y Zamora abriendo la boca de la temporada en Castilla y León. Sin olvidar Ledesma, Coria, Arévalo, Pedrajas de San Esteban con su toreo de promoción novillera, Cuéllar, Tordesillas, Guijuelo… Y un abanico colorista de pueblos cuyas gentes cortan, citan, torean, burlan, saltan y se emocionan con los toros.
Por último quiero detenerme sucintamente en la gestión de la Fundación del Toro de Lidia organizando los ciclos de novilladas y festejos de menor entidad que las corridas de toros pero que son el inicio, la raíz, el comienzo de todo, con desafíos ganaderos que merecen toda nuestra atención. Aunque no faltan las críticas a la Institución por el desarrollo de su labor y el acercamiento a las Instituciones de las que recibe el apoyo económico para celebrar estos acontecimientos, hay que reconocer que su idea, en la época de la pandemia, fue de importancia e interés por mantener el culto, el interés y el fomento por la fiesta de toros. Las personas que lo han hecho posible y entre ellas su Presidente Victorino Martín han sido señeros personajes que han mostrado capacidad, decisión y alegría. También las Instituciones de las Comunidades autónomas que apoyan decididas esta fiesta de luz, color y emoción, obviando las voces contrarias del rechazo y desprecio. Y todos aquellos que lo intentan y lo ejercen con fe, alegría y decisión.
Hay toros otra vez. Alegría por tanto en pueblos y ciudades. Emoción ante el riesgo, Vitalidad y orgullo por una historia que quieren se aparte de los pueblos para siempre, pero que la lucha debe continuar a brazo partido pese a las quejas que surjan, en ocasiones fundadas, y en otras egoístas y particulares. El toro, la fiesta de toros, está por encima de casi todo. Así que ¡vengan y vayan toros!
Dibujo de CAPEL.
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