Los tres compartiendo mesa y mantel en Ciudad Rodrigo, pueblo singular taurino de los que dejan huella y marca indeleble en quien lo conoce, a consecuencia del tradicional bolsín de carnaval en su plaza del ayer con la llamada de ganaderos y participantes en el acontecimiento: Uno de Valladolid, Jorge Manrique, y los otros dos de la bendita tierra charra de Vitigudino, Santiago Martín, el apóstol del toreo serio, comedido, tranquilo, noble, relajado y poderoso y Emilio Ortuño «Jumillano», el sabio torero y empresario, que por canas y veteranía deberían ser citados en primer lugar.
Los tres compartieron el pan y la sal charlando de toros y acercando posturas ante las noticias que corren como cometas endiabladas llenas de colorido, pero a veces romas de consistencia. Así le pasó a «Jumillano», el buen torero protagonista de la serie «toreros para la historia» y actual propietario junto a su familia de la Plaza de toros del paseo Zorrilla en Valladolid.
Llega el homenaje sincero que rinden los aficionados salmantinos al frente junto al alcalde de la ciudad, a otro maestro compañero de lides toreras, Julio Robles, fatídicamente desaparecido tras un gravísimo percance en una plaza francesa que lo postró para siempre en silla de ruedas. El sábado 17 de enero a la una de la tarde en la plaza de la Glorieta se rendirá el homenaje anual a su memoria con la colocación de un ramo de flores al pie del pedestal de su estatua, esa en que aparece con ambos brazos saludando y agradeciendo la ovación.
Las Peñas helmánticas, el Ayuntamiento de la ciudad, la Banda de Música y muchos paisanos que le conocieron de Castilla y León acudirán un año más al recinto exterior de la Plaza de la Glorieta para escuchar emocionados una breve plática, elevar al cielo la oración por su alma y rendir el homenaje merecido a este excelente torero cuyos restos reposan en la localidad de Ahigal de los Aceiteros a la espera del juicio final.
Salamanca y Valladolid, tierras hermanas pese a tantos desencuentros como se han dado a lo largo de los años, unidas por el engarce común de la torería, da ahora mismo el ejemplo con este trío de ases: uno, el más joven en edad, zurdo torero que tuvo y retuvo su gallardía de diestro. Otro, el embajador plenipotenciario de la Tauromaquia española allá por donde va, pisa y habla, Don Santiago Martín «El Viti» y el otro, el bregado y bragado torero grande de otra época, Ortuño Duplaix, que pasa los ochenta años de vida y que posiblemente se embarque de nuevo en la llevanza de su plaza de Valladolid.
Tres eran tres los toreros de la tierra que se encontraron una mañana de invierno en las tierras de Ciudad Rodrigo, prácticamente fronterizos con el querido Portugal. Ellos hablaron de toros y del carácter tan profundo con que se signa quien toma la alternativa como matador. Y en su recuerdo elevaron en silencio su plegaria por un compañero de fatigas y de cartel muerto prematuramente, Julio Robles.
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