Llegó la corrida goyesca de San Agustín en Toro como cierre de las fiestas patronales que se han venido desarrollando con extraordinaria animación de público y de participación. Todos los intervinientes estuvieron vestidos con el traje torero de época. Especialmente los mulilleros del arrastre que son miembros de la Peña de la Verónica de Toro, no se olvidaron ni de la redecilla del pelo, haciendo juego con pañuelos, pañoletas, cinturones y alamares de colores en una gama variada por inusual, aunque nadie se acordó de guardar un minuto de silencio en memoria de Manolete, cogido mortalmente por «islero» un día de San Agustín en la plaza de toros de Linares del año 1947.
El cierre festivo y ferial toresano esta vez solo contaba con una corrida de toros, debido a la situación económica y de ahorro que debe realizar el Consistorio. El propio Ayuntamiento adquirió seis toros de Montalvo, excelentemente presentados, con trapío, presencia, kilos y corpulencia para una plaza de primera, aunque ¡ay! justos de fuerza. La báscula de pesajes marcó con 530 kg a «infante» que abrió plaza; «delgadito» con 505; «Gaitero» con 545 de romana; «desteñido» con 540 Kg, sobrero, en sustitución del titular que se partió un pitón en el caballo y fue devuelto; «lunático» con 555 y «segador» con 520 para cerrar la extraordinaria corrida de Toro.
La Plaza de San Francisco, junto al teatro Latorre, recogía a los aficionados que llenaron en casi dos tercios la bellísima plaza de la ciudad de doña Elvira, dejando los tendidos de la solanera a la intemperie, en una tarde estupenda de sol y moscas, calor sin ser asfixiante y animación serena.
Hasta el diestro Leandro, convaleciente de su lesión, estuvo en la corrida en una de las barreras acompañado de su amigo Feliciano, el propietario del hotel María de Molina, y que recibió el brindis del primer toro de Juan del Álamo.
La corrida, presidida por Rafael San José, asesorado por Roberto Sevillano y Julia González como veterinaria, tuvo su paréntesis a la mitad de la misma, no ya por ser el tiempo de la merienda que también, sino porque la devolución del toro, cuyo pitón se rompió desgarrándose de la cepa totalmente, costó Dios y ayuda al no querer entrar en chiqueros. Menos mal que el director de lidia, Uceda Leal, lo despachó de una estocada tras el pertinente permiso del palco.
Creo que las tres orejas cortadas por los diestros fueron merecidas, pero pudieron ser más de haber acertado la terna con la espada. Fallones los tres, pinchauvas por partida triple. Uceda horrible en su primero; Curro Díaz, una estocada bajísima, caída y atravesada tras pinchazo sin soltar y Juan del Álamo queriendo meter el acero sin conseguirlo, ante el aculado en tablas último de la tarde. Y eso que Juan había estado estupendo con el toro, lidiado muy bien por el subalterno Manolo Linejo, mucho mejor que con el tercero de la tarde al que arrancó una oreja, valiente, entregado, animoso… Y todo lo que ustedes quieran, pero de «matador» de toros ná de ná. ¡Qué lástima y qué pena!-decían los aficionados y los miembros de su peña salmantina desplazados a verle en el antiguo y espectacular coso toresano.
Uceda Leal, el madrileño, cortó una oreja al «desteñido» corrido en quinto lugar, realizando una faena de gusto y por momentos muy bella. Además, por aquello de no hay quinto malo ya que el ejemplar de Montalvo recibió los aplausos del público en el arrastre, le recetó una estocada entera que bastó para echar patas arriba al animal.
Curro Díaz no estuvo como él tiene acostumbrada a su parroquia. Instrumentó dos faenas lentas y deslavazadas, sin ligazón apenas. Menos mal que al quinto le propinó una media estocada, tirándose a ley, que fue suficiente para atronar el toro.
Y por último Juan del Álamo, el reciente alternativado diestro salmantino, que puso valor y entrega en sus dos faenas, ganas y derroche de facultades, pero que no rubricó con la espada.
FICHA DE LA CORRIDA:
Plaza de Toros de Toro. Casi tres cuartos de entrada.
Toros de Montalvo, bien presentados, con trapío y romana, pero justos de fuerza para
Uceda Leal, silencio y oreja.
Curro Díaz, aplausos y una oreja y
Juan del Álamo, oreja y aplausos.
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