Dos protagonistas de verdad han dado la talla en esta tarde de toros en Mojados en el anunciado Certamen de Escuelas taurinas: Uno de ellos, por méritos propios, colocación, hondura y poderío en su toreo ha corrido a cargo del venezolano César Valencia que con dieciseis primaveras apunta ya muy alto en el escalafón de la torería. Sereno, asentado, poderoso, con gusto y elegancia, haciendo casi todo bien ante un encastado, bravo y exigente novillo de Raso Portillo, la ganadería vallisoletana que tantos momentos de gloria ha dado a la familia Gamazo y que con tanto esmero cuida, protege y selecciona su viejo mayoral y mi amigo Rafael Agudo.
Entre el graderío de la monumental plaza de toros de Mojados le vi sentado, ataviado con su gorra campera y, desde lejos le envié un afectuoso saludo, felicitándole en la persona de su hijo «Titi» en el callejón de la plaza por el trabajo que viene haciendo desde hace años en los terrenos pinariegos y salitrosos de Boecillo. Y como si temiéramos el suceso, cuento lo primero por ser más importante que nada, la acometividad de un novillo lidiado en cuarto lugar por César Valencia. Tras la faena, no le quedó otra al Presidente por la petición y aclamación del público, que sacar el pañuelo azul para que se diera la vuelta al ruedo al ejemplar, del que no me han dicho el nombre pero que seguramente Rafa habrá tomado buena nota de sus progenitores.
¡Qué bravura desatada en el albero mojadense!. El novillo se arrancaba de largo y desde las dos largas cambiadas de rodillas con que lo recibió César y los guapos lances de recibo rematados con una media escaderada emocionante, no creíamos lo que en el coso se estaba viendo. El muchacho invitó a banderillear a sus dos compañeros que colocaron los rehiletes con música y el aplauso del público.
César Valencia aprovechó su oportunidad. Ha demostrado esta tarde que está muy toreado, sabiendo qué hay que hacer ante un animal bravo, de los que ya casi no se ven. Porque la verdad es que el novillo era muy exigente. Precisaba que las cosas se le hicieran bien. Fue una pelea hermosa, de las que todos los aficionados a los toros deberían contemplar alguna vez, terminada con una estocada que tiró patas arriba al animal y produjo el delirio en los tendidos solicitando las orejas y el rabo para su matador. Los espectadores ovacionaron con fuerza el arrastre pausado del animal por el tiro de mulillas.
Abrió plaza David Martín Escudero, el sobrino de Adolfo Martín, a quien trae Luis Miguel Campano, con unos lances de recibo entregados y con cierta majeza. Luego con la muleta, el novillo se revolvía como un rayo de rápido y achuchó al chaval en un par de ocasiones, pero lo solventó con cierto oficio. Falló a espadas y se silenció su labor.
Tampoco estuvo demasiado fino Diego Llanos al que tocó el peor novillo del encierro y que se encuentra bajo el pupilaje del diestro Javier Vázquez. Estuvo bien en los lances de recibo junto a las tablas pero la faena con la muleta se antojó algo anodina. Tras pinchar antes de lograr la estocada, el silencio fue la cosecha obtenida por el novillero.
El tercero, que salió flojeando a cada capotazo, perdiendo las manos, fue un dechado de superación, yéndose arriba a medida que transcurría la lidia. El torete aguanto y embistió con clase. El sobrino del torero alicantino Luis Francisco Esplá, Santiago, consiguió una media en el sitio que despenó al animal y por su actuación fue premiado con la primera oreja de la tarde, que paseó orgulloso por el redondel.
Por último cerró la tarde Eduardo Jiménez, de la Escuela de El Juli en Madrid, quien realizó una faena vistosa, pero poco eficiente, al buen novillo, encastado y bravo del Raso que le tocó en suerte. Sufrió numerosos desarmes lo que deslució su trasteo, pero logró una buena estocada recibiendo aplausos del personal.
En resumen, una novillada entretenida la corrida hoy en Mojados. Digna de resaltar y conocer, con una temperatura estupenda, calurosa y sin viento, que atrajo a casi media plaza al tendido y cuyos espectadores lograron recuperar la viveza y bravura espectacular de un toro de Raso Portillo, las ayudas de los subalternos Víctor Pérez y Juan Carlos Ramos, el buen hacer de un quinteto de chavales que quieren ser torero y de un chiquillo venezolano llamado César Valencia que va a ser torero y de los buenos. Y si no, al tiempo.
Fotos: López Garañeda
Ficha de la Novillada:
Cinco novillos, erales, de Raso de Portillo, bravos, encastados y exigentes. Uno de ellos, excepcional, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, para
David Martín, silencio
Diego Llanos, silencio
Santiago Esplá, oreja
Cesar Valencia, dos orejas y rabo.
Eduardo Jiménez, aplausos.
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