Sin que respondiera el público al reclamo anunciado de una corrida de rejones en el día del patrón de Valladolid, pues sólo llegó a ocupar un cuarto de plaza en una tarde soleada que se fue enfriando a medida que avanzaba el tiempo y el fresco del ambiente más apetecía buscar refugio y el tentempié de un café lo que hizo que gran parte de los espectadores del tendido de sombra se fueran a la solanera de más sosiego y acogedora en esta ocasión, se ha celebrado la corrida del bello arte del rejoneo para el rodense Sergio Vegas, aplausos y silencio; Leonardo Hernández, oreja y oreja y Manuel Manzanares, silencio y oreja. Han sido lidiados seis ejemplares murubeños de José Manuel Sánchez y Castillejo de Huebra, reglamentariamente despuntados para rejones, nobles pero justos de raza. Antes de empezar el festejo se guardó un respetuoso minuto de silencio por la que fuera Presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco. El camión de riego hubo de salir en dos ocasiones a echar el agua quitapolvos del albero.


Tuvimos la ocasión de saludar antes de entrar a la plaza a parte de la familia del ganadero salmantino José Manuel Sánchez, recientemente fallecido así como a su viuda, señora Majeroni, e hijas deseándolas el mayor acierto en la explotación ganadera que tanto esfuerzo, cariño y trabajo puso su padre y ahora sus hijas, rindiendo el afecto que se merecen.
Los toros, cuajados y en el tipo de la ganadería, con arrobas. Solo «reliquino» con 521 kilos de romana, corrido en segundo lugar arrancó los aplausos del público en el arrastre. No faltó un «bilbaino», cinqueño largo, con cara de toro viejo, que se rajó en algunos momentos y un «cantinillo» que cerró corrida y propició el triunfo de Manzanares. Todo el encierro resultó con nobleza.
El rejoneador rodense Sergio Vegas intentó agradar a la concurrencia. especialmente con las banderillas a una mano y con las cortas por los adentros fue aplaudido. Pero fuera porque le había castigado en exceso en el primer tercio fuera por la escasa raza del «reliquito» que abrió la corrida y hacer amagos de tumbarse, entró algo precipitado el caballero vallisoletano con el rejón de muerte. Hubo de echar pie a tierra y descabellar a la res, saludando al acabar su faena desde el tercio tras recibir una ovación cariñosa del público.
En su segundo un cinqueño largo, llamado «pajarero» del hierro de Castillejo de Huebra al que banderilleó al modo del violín, consintiéndole mucho, no acertó con el rejón de muerte y precisó de varios golpes de verduguillo para acabar con el ejemplar. Este «pajarero» no abrió el pico en toda la lidia, sino que murió con la boca cerrada.
Quien a la postre triunfó en la corrida del patrón fue Leonardo Hernández, caballero de tipo fino y menudo pero conocedor de las suertes, citando de largo y llegando hasta prácticamente el terreno del toro al que quebró con elegancia. Nadie puede discutir la clase, la singularidad de este rejoneador así como el extraordinario momento con que abre casi la temporada; con oficio, sintiendo y consintiendo, llevando y quebrando en un palmo de terreno haciendo que sus cabalgaduras respondan con ese alegre galope, Leonardo fue el triunfador de la tarde siendo sacado por la puerta grande del Coso del paseo de Zorrilla al finalizar el festejo.








Completaba la terna Manuel Manzanares que toreó a su primero con «farruquito», un tordo pelo de rata precioso y puso banderillas con «tomatito» a los sones del pasodoble «Morante», bellamente interpretado por la banda de música de Íscar que ameniza las tardes de corrida en Valladolid. Gustándose el torero a caballo, completó su intervención con la faena de cierre de corrida mucho mejor hecha en cuanto a concepto de rejoneo. Le ayudaron «sabina» «príncipe», «mazantini» y «secreto», caballos herrados con el hierro de Pablo Hermoso de Mendoza. tras una bulliciosa faena, Manuel despachó de un soberano rejón de muerte, clavando arriba, en todo lo alto, lo que desató la petición de oreja que le fue concedida por el presidente en esta tarde Manuel Gutiérrez.


En resumen, una corrida de rejones la de este día en Valladolid que no pasará a la historia del bello arte del rejoneo, pero que entretuvo y retuvo la sabiduría y elegancia de un centauro menudo de Badajoz, llamado Leonardo Hernández, que salió merecidamente por la puerta grande, por clase, colocación y elegancia torera en el arte de Marialva.
Reportaje Gráfico: José SALVADOR ALONSO
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