Se han lidiado en el festival taurino de hoy en Tordesillas cuatro erales de Montalvo, bravos y nobles, el primero premiado con la vuelta al ruedo y dos de ellos aplaudidos en el arrastre cuando las mulillas los llevaban al desolladero, por Canales Rivera, división de opiniones; Eduardo Gallo, oreja; Pedro «El Capea», oreja y el novillero Roberto Blanco, dos orejas en el que cerraba plaza y festival, ante algo más de media plaza en tarde de sol, bonancible para la práctica del toreo.
La anécdota, el fiasco y la extrañeza la protagonizó Canales Rivera quien fue pitado en casi todos los momentos de la lidia del estupendo novillo de Montalvo. Tanto que al final de la faena se acercó al callejón y se dirigió al grupo de espectadores que estaban en aquel lugar para decirles, visiblemente nervioso, contrariado y alterado que «sentía mucho si había ofendido a alguien con sus palabras recogidas en un programa de televisión respecto al rito taurino del Toro de la Vega de Tordesillas y que pedía perdón si se había sentido alguien ofendido». Así quedó la cuestión, porque era sintomático ver que en su faena, aseada y con cierto interés en los pases ante el estupendo y bravo novillo de Montalvo, se recrudecían los pitos contra él, encogiéndose el diestro de hombros por la reacción de parte del público, especialmente cuando se perfiló para propinar al eral la media estocada con la que finiquitó su faena esta tarde.
Un novillo de nota, espectacular, bravo y encastado que metía la cara con nobleza, pero que no encontró respuesta entre el público debido al rechazo hacia el torero por sus manifestaciones relatadas y por las que pidió perdón.
Eduardo Gallo estuvo muy bien con el segundo de la tarde, un colorado de Montalvo bueno y bravo al que instrumentó una faena con ambas manos, bien es verdad que sufriendo algún desarme de muleta. Con la media estocada trasera quedó enganchada la franela y así estuvo hasta que dobló el animal. No obstante, por su actuación fue merecedor de la oreja concedida y que pidió el público.
El Capea recibió de hinojos al tercero de la tarde, el más flojo del encierro y le toreó con cierta soltura y gracia, finalizando con un desplante de rodillas. Capea había brindado al público y recibió una oreja que paseó alrededor del anillo.
Cerró festival el novillero Roberto Blanco quien brindó su novillo al ganadero Juan Ignació Pérez. Tabernero, presente en el tendido. Roberto estuvo muy bien, entregado y valiente con el ejemplar de Montalvo que metía la cara con clase, aunque no con la misma calidad que su hermano lidiado en primer lugar. Lo mejor de su actuación estuvo en la estocada entera citando a recibir y haciendo bien la suerte, logrando atronar al animal y desatando que el público exhibiera sus pañuelos pidiendo los trofeos que le concedió el Presidente del mismo por partida doble.
Durante la lidia del segundo novillo se desató un conato de incendio en unas alpacas de paja de los toriles, siendo sofocado casi de inmediato por los servicios del personal al cargo.
En resumen, un entretenido festival taurino sin picadores, donde se vieron buenas cosas por parte de los diestros que intervinieron en él y unos novillos de Montalvo que dieron la medida de su bravura y un torero, Canales Rivera, que debió cortar el rabo de su enemigo por casta, raza y entrega, pero que se fue recriminado, silbado por parte del público que le afeó su actuación extratorera ante los medios de comunicación.
Fotos: J. López
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