La verdad que la corrida de esta tarde en Olmedo denominada como de «concurso» de ganaderías, sin alcanzar la excelencia al tratarse de reses elegidas para la ocasión, sí ha resultado entretenida para los espectadores que en casi tres cuartas partes de plaza se han dado cita en la Ciudad del Caballero y un triunfador, el torero sevillano de Arroyo de Castilblanco Manuel Escribano el que se ha llevado el gato al agua en el mano a mano con su compatriota Esaú Fernández. Escribano cortó tres orejas en su lote y Esaú fue ovacionado en su primero y se silenció su labor en el segundo en el que escuchó dos avisos. Completaba la terna el caballero portugués Joao Moura quien también recibió aplausos cuando acabó con sus dos enemigos, tras una faena en la que los rejones de muerte no le acompañaron.
La corrida de Olmedo ha echado seis ejemplares , uno de Eusebio Naranjo y otro de Sepúlveda para rejones y cuatro en lidia ordinaria de las siguientes ganaderías: «Rosaleño» de Juan Luis Fraile, bien presentado, noble y con poca fuerza; «charado» de Sanchez Ibargüen, excelentemente presentado, flojo; un tercero de nombre «herronillo» de Tornay, bravo y bien presentado que se fue apagando a lo largo de la faena y un cuarto toro que cerraba corrida «dudoso» de María Gascón, inválido, aunque empujó recio en el caballo, muy protestado por el respetable.
Por aquello del orden de lidia que debería considerarse en estos espectáculos denominados mixtos, pues al actuar primero los caballos dejan el ruedo con muchos agujeros, pisotones, irregularidades y problemas para los lidiadores de a pie, bien estaría considerar que el rejoneador lo hiciera después de los de a pie, aunque eso, como todo, tendrá sus opiniones y aspectos a considerar de lo más diverso.
En esta ocasión toreó a caballo el rejoneador Joao Moura y le tocaron dos prendas de las de ajustar cuentas, por aquello de ser más pencos que bravos, más reacios a colaborar con el rejoneador, persiguiendo con celo las cabalgaduras que a trotar de forma cochinera sin mayor empaque ni fiereza que la justa. En consecuencia, el rejoneador tuvo que hacerlo todo él. Y eso que el primero tuvo pies de salida, arreando al caballo de Moura, pero fuese porque el castigo lo atemperó demasiado, unido a la poca casta del animal, aquello fue el aburrimiento personificado. Joao estuvo aseado en su primero, intentándolo y arrimándose, queriendo propiciar y provocar la arrancada inútil, sosa, del animal, mejor dicho, de los dos animales que le tocaron en suerte. Si a todas estas inconveniencias se añade que no estuvo fino con los rejones de muerte, el resultado del espectáculo, obviamente, no estuvo a la altura.
Cuando Moura despachó a sus dos enemigos, el primero y el cuarto de la tarde, un avispado y hábil conductor, a bordo de un lancia y a paso más que ligero del motor, pasó un rastrillo metálico y en un pis pás dejó el albero apañado para continuar con la lidia a pie.
Manuel Escribano causó la sensación entre los aficionados y el público en general que acudió a verle a Olmedo. Sobre todo en el segundo de su lote, que brindó a Manolo Illana, presente en el tendido junto a otros miembros del equipo del programa taurino de Castilla y León Televisión, «grana y oro» que tan acertadamente dirige el palentino Carlos Martín Santoyo.
Destacar que en este toro, como en el primero, el diestro puso banderillas. Y debo decir, en honor de la verdad que el segundo par puesto tras citar sentado en el estribo, por los adentros, al ejemplar de Tornay, jugándose el bigote de verdad, ante el trapío del animal y su furiosa embestida, puso la carne de gallina a cuantos lo vimos tan cerca y los espectadores prorrumpieron en una sonora ovación para reconocer el valor del torero sevillano. Fue un par antológico, sin desmerecer demasiado de otro colocado al violín tras quebrarlo en un palmo de terreno.
Las dos faenas de Manuel escribano valientes, entregadas, con ganas y fe en su triunfo. En el primero de su lote hay que destacar la ejecución de la estocada merecedora ya por sí misma de una oreja como premio, pues la suerte la hizo como mandan los cánones, tirándose arriba y arriesgando el pellejo de tal forma que el más mínimo fallo le hubiera llevado a los aires por la cornamenta del de Juan Luis Fraile. Este toro estuvo muy bien lidiado por el subalterno Isaac Mesa con el capote, templando y llevando al toro con los lances justos y precisos.
Y en su segundo, por aquello de no haber quinto malo, el mejor toro del variado encierro, un tío con toda la barba y de trapío considerable, bien presentado que fue con alegría al caballo, aunque tras recibirlo con un pase cambiado sin enmendarse en el centro del ruedo y tocarle demasiado las orejas, desengañó al toro y éste se fue apagando como una candela. Incluso el torero se dejó rozar los alamares e hizo un desplante a cuerpo gentil, tirando los trebejos al suelo. Otra estocada, esta vez entera pero algo tendida, aunque suficiente, y las dos orejas dieron el triunfo a este Escribano que hoy no ha echado un borrón en su toreo, sino que ha escrito recto, con mucho valor y entrega su oficio.
Y vamos con Esaú Fernández, el torero de Sevilla que apodera Cipriano Hebrero. Mucha alegría al ver entre su cuadrilla al torero Tatín «el vitoriano» al que hace tiempo que no veíamos por esas plazas y a quien di un abrazo, pues él fue el primero del que escribí una crónica de toros cuando aún era novillero para este periódico digital en su anterior formato.
Esaú es un torero valeroso, entregado, elegante, que tiene un temple y un cuajo que le están haciendo triunfar allá donde es anunciado. Pero hoy en Olmedo le ha tocado bailar con la más fea. Los dos peores toros del encierro, a los que ha estrujado como limones haciéndolo todo él, han sido unos oponentes malotes, de poco fuste, escasa raza y encima con problemas de cojera el que cerraba plaza que a poco le dan los tres avisos, al no acertar con el descabello, tras habérselo levantado el puntillero. Un calvario pasó el bueno de Esaú que no ganó su primogenitura ante el «jacob» de María Gascón, un toro flojo y con cojera evidente que no fue devuelto al corral, por aquello del ahorro, pese a las protestas del público, pero que vendió cara su vida.
Esaú estuvo firme y entero, no obstante lo malones de sus toros, muy por encima de ellos, construyendo una faena en donde otros seguramente ni lo hubieran intentado. Pero este muchacho sevillano sabe lo que tiene entre manos y es un torero de raza, que se pondrá sin duda en la cúspide del escalafón. Y si no, al tiempo.
Para acabar ya la crónica. Bien la Presidencia hoy en Olmedo a cargo del Concejal del ayuntamiento Sindo y asesorado por Javier Fernández, de Pedrajas de San Esteban. Acertados en los trofeos y en la dirección de la lidia, no ordenando el cambio con un puyazo, sino con los dos que reglamentariamente deben darse en los concursos de ganaderías. Gente de las peñas con sus camisetas de colores, dando un aspecto bonito al graderío, pero que no cantaron ni tocaron charangas toda vez que ya era el último día de la fiesta, el día de San Jerónimo, y la ermita de la Soterraña iba a ser abierta con el repicar de campanas, justo al lado de la coqueta y amurallada plaza de toros en la ciudad del caballero, al caer la tarde y ya los cuerpos, después de varios de fiesta, no están para más desgaste. No digamos las gargantas. (Una de ellas nos sopla la próxima cita de rejoneo en Rueda el domingo día 14, con toros de Eladio Vegas para Eladio Vegas; su hijo Sergio y Paco Ojeda. ¡Casi nada al aparato!)
Fotos: José SALVADOR.
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