No llegó a la media plaza de espectadores para cubrir el aforo del hermoso y cómodo coso de toros de Arévalo y presenciar la primera de las corridas de las ferias y fiestas en honor a san Vitorino. Esta tarde, amenazando tormenta que descargó en unos goterones al lidiarse el tercero de la tarde por Ginés Marín, el balance artístico es más que meritorio a juzgar no ya por el resultado de los premios y galardones, orejas cortadas e incluso un rabo simbólico, sino porque se vio la suavidad de Fernando Adrián, un torero que está ya más que entregado a esa vocación de grandeza y riesgo. Un David Fandila «El Fandi», profesional y sometido como el que más desde el primer instante en que pisa el albero de la plaza. El Fandi es un pedazo de torero que no recula ante nada y aún en su tosquedad muletera menos armónica que valerosa es capaz de doblegar hasta la decisión del Presidente de la corrida quien, pese a su larga faena, le indicaba que procediera a estoquear a la res. Sin embargo el Fandi, haciendo caso omiso, siguió toreando y gesticulando brazos en alto, para que el clamor del público de Arévalo ya acostumbrado a esto de indultar toros porque sí, hiciera que el pañuelo naranja apareciera en el palco presidencial.
Antes que nada decir que el toro fue noble y bravo pero no creo que hasta el punto de recibir el indulto, pues con una varita fue cambiado el tercio y aunque banderilleado por el torero con la espectacularidad con que suele hacerlo, corrió para atrás tocándole la testuz hasta que el animal se paró y el torero recibió las aclamaciones del respetable. Y eso que lo había recibido con una larga de rodillas desde el tercio. Muy poderoso con ambas manos el torero granaíno instrumentó una larga faena al noble toro de Ave María, mostrándose a gusto ante la cara del animal y haciéndole embestir alrededor de su cintura con el clamor de la gente, despidiéndolo con unos muletazos rodilla en tierra muy reconocidos y aplaudidos.
Unos cuantos aficionados del graderío superior del tendido comenzaron a exigir exhibiendo sus pañuelos blancos el indulto al toro. La marea de silbidos fue creciendo y al final el Presidente enseñó el pañuelo naranja, cambiando de criterio en esos minutos mágicos de las voces, los gritos y los silbidos.
Fernando Adrián practica un toreo de suavidad, temple y hermosura. A mi juicio el torero madrileño instrumentó los mejores momentos con capote y muleta ante los dos ejemplares que le tocaron en suerte, un segundo noble y bravo y un quinto encastado, un melocotón duro que derribó al caballo con empuje y fuerza y al que cortó una merecida oreja tras su estocada entera que, añadidas a las dos del primero de su lote le garantizaron la puerta grande de la plaza y salida en hombros.
El peor lote se lo llevó Ginés Marín que abrió la nube del nublado frente a un castaño de Ave María. Marín brindó la faena al público y le instrumentó de forma animosa pases por ambos pitones rubricada la faena con una estocada y acreditándole una oreja de su enemigo. Con el que cerraba plaza, el peor toro del encierro, flojo y manso alivió Marín y se silenció su labor.
Y cuando ya lentamente, lentamente se fue lejos la tormenta y la lluvia arrancó perfume de hojaldres y madreselvas, salieron por la puerta grande en hombros El Fandi y Adrián dos toreros en sazón. Enhorabuena al Coso de Misericordia y a Julián Melchor por la extraordinaria y más que digna corrida que han ofrecido en su estreno en esta plaza.
FICHA DE LA CORRIDA:
Plaza de toros de Arévalo (Ávila). Menos de media plaza. Primera Corrida de la feria.
Toros de Ave María. Nobles, bien presentados, bravos y encastados cuatro de ellos, aplaudidos en el arrastre. Uno corrido en cuarto lugar indultado con el pañuelo naranja y el sexto manso y flojo
El Fandi (que sustituyó a Cayetano): dos orejas y dos orejas y rabo por indulto.
Fernando Adrián: dos orejas y oreja.
Ginés Marín: oreja y silencio.
Fotos: Mundo toro y López Garañeda
Juan dice
Una pena lo q ha sido la feria de Arévalo y en lo q ha quedado ni un cuarto había y lo q había las entradas del ayuntamiento..