El empresario vallisoletano Carlos Zúñiga, un hombre al que la afición a los toros le puede en su vida y que no duda en exponer su patrimonio en pro de la causa cuando otros reculan, había organizado un festejo en la plaza de toros de Benavente para conmemorar el día del Pilar y ofrecer, a la vez, al público espectador una corrida de toros en la que las mujeres podían acceder al coso con la misma entrada que adquiriera su marido, novio o acompañante. Treinta euros era el precio marcado a las entradas por el patrón de Circuitos Taurinos. Y la verdad es que la idea dio un estupendo resultado a juzgar por el casi lleno que registró la plaza de toros situada en el recinto del mercado de ganado.
Un temperatura además espléndida para esta época del año, de sol y moscas como en verano, con casi treinta grados de termómetro a la hora lorquiana de comienzo de la corrida, las cinco en punto de la tarde y tres diestros que dieron cuenta de una brava y noble corrida enviada por Juan Ignacio Pérez- Tabernero Montalvo desde el campo de Salamanca. Canales Rivera; Uceda Leal y Víctor Janeiro. Los tres tocaron pelo, bien es verdad que unos con mejor resultado que otro porque Canales Rivera cortó una oreja en el que abrió plaza y recogió el silencio del respetable en el cuarto, mientras que Uceda fue aplaudido en su primero y recibió dos orejas y rabo en el quinto de la tarde, y el televisivo diestro Víctor Janeiro cortó dos orejas al primero de su lote y se silenció su labor en el que cerró plaza.
Al acabar, ambos toreros Uceda y Janeiro fueron sacados a hombros de la plaza por costaleros capitalistas entre la ovación unánime del tendido.
Amenizó el festejo la poderosa, amplia y generosa banda de música de Benavente dirigida por el maestro José López, interpretando con gusto, ritmo y cadencia, arrancándose con los pasodobles «España Cañí» y «Amparito Roca«, entre otros, de armoniosa musicalidad.
Y a lo que vamos.
La penúltima corrida de la temporada, a falta de la del sábado en Ávila, hoy aquí en Benavente, ha hecho bueno el dicho de «A mal hambre no hay pan duro» por aquello de no quedar nada en el tintero y a la postre resultar una tarde redonda para todos: Diestros, empresario, público y ganadero, como no podía ser menos. El mayoral de Montalvo, Miguel Sánchez, con quien tuve la gracia de hablar antes del festejo recordando los días de gloria y desagradables del ganado con origen Jandilla, Daniel Ruiz y Zalduendo terminó feliz y contento con el comportamiento de sus toros, tres de los cuales fueron aplaudidos en el arrastre. Toros bravos, nobles, algunos con más fuerza que otros, de Antonio Pérez-Tabernero y María Montalvo aquello ganaderos emprendedores, amantes de sus reses y expertos en el cuidado de toros de otros tiempos que ya nos dejaron para siempre, y que ahora lleva su heredero Juan Ignacio Pérez-Tabernero.
Canales Rivera estuvo más entonado en su primero, con más entrega, menos precavido y desconfiado que con el mansote cuarto, horriblemente lidiado por la cuadrilla, dándole capotazos inútiles y desengañando al animal, no llevándole al terreno que pedía y precisaba. Al que abrió plaza, un toro algo bizco que se destrozó el pitón izquierdo en un topetazo, lo entendió bien y lo toreó mejor en una faena brindada al público y cimentada en ambas manos. Falló a espadas y tras una estocada tendida y delantera y tres golpes de verduguillo acabó con el ejemplar de Montalvo.
Sin embargo, el público, siempre generoso y animoso por aplaudir cualquier acción de los toreros, pidió la oreja con fuerza siéndole concedida.
Uceda Leal hizo las dos faenas más bonitas y bellas de la tarde. Con empaque, torería, entrega y buen hacer. Se echó de rodillas al comienzo de la faena de muleta en el segundo de la tarde, saliéndose con el toro a los medios y dándole una lidia en la media distancia con pases poderosos y muy plásticos. Sin embargo, y eso que es un cañón, falló a espadas. Estuvo hecho un pinchauvas y tras varios intentos y pinchazos, consiguió la estocada. Pero Uceda se sacó la espina en el quinto. Desarrolló una faena larga, muy trabajada, con esfuerzo, por ambas manos y consiguió una estocada hasta la bola, pero un pelín tendida, precisó un golpe de verduguillo certero que derribó al bravo animal. Los tendidos se llenaron de pañuelos y el Presidente entregó todos los trofeos, siendo arrastrado el toro entre una fuerte ovación.
Completaba la terna Víctor Janeiro que vio cómo su primero era devuelto al corral por cojera ostensible y manifiesta invalidez. En el que le sustituyó hizo una faena sobria, con cierto poderío y acabó con unas ceñidas manoletinas finales muy aplaudidas. Tras lograr un pinchazo y una estocada caída, recibió las dos orejas en premio excesivo para lo visto en su toreo acelerado, demasiado rápido, sin el exquisito temple que debe darse en la lidia de los toros.
Se comprobó en el que cerraba plaza, que recibió dos varas, y al que intentó someter por bajo al inicio de faena, enseñándole el camino de la embestida, cómo se desinfló ante el toro, el más duro, complicado y encastado del encierro, dejando muestras de su falta de oficio. Tras pinchazo y estocada, se silenció su labor.
En resumen una corrida de Montalvo la echada en Benavente por el empresario Carlos Zúñiga, seguida a plaza prácticamente llena por los espectadores, aplaudida y entretenida, que dejó un extraordinario sabor de boca y cierre de temporada en este día de Nuestra Señora del Pilar, patrona de la Guardia Civil, donde todo estuvo casi perfecto: Los alguacilillos perfectamente ataviados; las mulas del arrastre adornadas; memorial de apoyo a los toros; personal uniformado; buena música; grata compañía… Lo que demuestra que para ser taurino hay que querer a la profesión de verdad, sin tapujos. Y Carlos Zúñiga es uno de los fetén, hecho y derecho. ¡Enhorabuena y gracias por el esfuerzo, empresario!.
Reportaje gráfico: José Fermín Rodríguez.
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