La plaza de las Ventas de Madrid hoy ha sido escenario de la corrida conmemorativa del 2 de mayo, fiesta de su Comunidad, en un festejo goyesco con los toreros y participantes ataviados con trajes de época y un resultado cuando menos especial y extraordinario porque en su ruedo se ha visto hoy el toreo de verdad. El arrojo de López Simón, el sobreponerse a la contrariedad, a la herida, al dolor y al daño físico. También se ha visto la torería, la grandeza y la espectacularidad de Morenito de Aranda; la bravura de un toro de Montealto de nombre «frutero» que ha encandilado a la parroquia madrileña y a cuantos nos desplazamos a las Ventas para cumplir ese rito ancestral de estar en día tan señalado con el pueblo de Madrid y también el dolor de la cogida y cornada de Ángel Teruel propinada por el segundo de la tarde.
Todo se ha dado en ese redondel de la universidad del toreo. Bien empieza el San Isidro 2015 con este aperitivo significado y significativo, lleno de majeza, luz, color, poderío y bravura. Y eso que el arranque de la corrida con Morenito de Aranda abriendo plaza y que quiso empezar el diestro burgalés mostrando a todos que venía a poner esto a revientacalderas, echándose de rodillas a porta gayola para recibir al primero de la tarde, un zambombo de 600 y pico kilos, al que no pudo instrumentar el lance como hubiera sido su deseo por la parada que hizo la res a la misma puerta. Luego, en todos los momentos de la lidia, auxiliado por una cuadrilla que recibió la ovación estruendosa y reconocida del público, especialmente Carlos Aranda y Pascual Mellinas, sin olvidar a David Adalid ovacionado al parear al primero.
Morenito de Aranda ha dado un golpe en la mesa con su técnica, garra, colocación, entereza, sabiduría y temple reconocido por las dos orejas merecidas del «frutero» que le dio una macedonia de bravura y acometividad templada siempre por la muñeca prodigiosa del burgalés. Hay un pase con la muleta tan lento, ceñido y verdadero, que se nos ha quedado grabado en la retina para siempre. Y dos estocadas arriba como dos soles, tirándose a ley.
Por su parte López Simón, aún herido, ha sabido estar y permanecer en el ruedo con un torniquete en la pierna para realizar una faena poderosa, de entrega y verdad y matar de estocada entera al de Montealto, con lo que se desató la petición entre el público que supo agradecer, como extraordinarios aficionados, la fe de un hombre que se jugó la vida entre los cuernos de un toro.
La mala suerte se cebó en Ángel Teruel al que el segundo de la tarde le corneó en el muslo de mala manera, pasando a la enfermería donde fue operado. El parte médico del doctor García Padrós es claro: «Herida por asta de toro en tercio proximal cara anterior muslo izquierdo, con una trayectoria de 20 cm, que contusiona paquete femoral y produce destrozos en músculos aductores, con orificio de salida bajo espina ilíaca antero-superior izquierda. Es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros. Trasladado al hospital San Francisco de Asís a cargo de la Fraternidad».
Y cuando llegaron casi las 9 de la noche, con los focos de la plaza haciendo tililar las lentejuelas y azabaches del traje goyesco de Morenito, éste fue sacado a hombros en triunfo por la puerta grande de las Ventas, hacia la calle de Alcalá, con la sonrisa y la emoción de sus apoderados Mariano Jiménez y José Ignacio Ramos.
López Simón también la abrió al cortar una oreja en cada toro, pero no pudo verlo pues era intervenido también de la cornada recibida. «Herida por asta de toro en tercio inferior cara posterior muslo derecho con dos trayectorias, una descendente de 10 cm, que alcanza hasta cara posterior de rodilla contusionando paquete vásculo nervioso poplíteo, y otra ascendente de 25 cm que produce destrozos en músculo isquiotibiales y contusiona nervio ciático. Es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros siendo trasladado al hospital San Francisco de Asís a cargo de la Fraternidad. Pronóstico grave que le impide continuar la lidia».
El Mayoral de la ganadería de Montealto, Pablo Martín, saludó la ovación del público por el excelente juego de sus toros, al final de la corrida.
Esta es la grandeza de la fiesta, emoción, sentimiento, triunfo, dolor, solidaridad y sufrimiento para llegar y quedarse. Todo eso se amontonó esta tarde inolvidable en la Cátedra universal del toreo y de ello hemos sido testigo.
Fotografías: José FERMÍN Rodríguez.
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