
Muy por encima de sus compañeros de cabalgadura esta tarde el rejoneador Diego Ventura ha demostrado en Arévalo el por qué está en el sitio que ocupa en el escalafón, tras realizar una espectacular faena, llena de interés, doma, entrega, acierto, temple y poderío a un toro de Luis Terrón, el más bravo y encastado del encierro que hoy ha saltado al precioso ruedo de la capital abulense de la Moraña.

Dicen que las Edades del hombre están resultando cuando menos didácticas, promulgadoras de fe y esperanza cristianas y llenas del amor de Dios a través del arte en sus venerables templos. Pues bien, hoy Ventura en el coso de Arévalo ha practicado un rejoneo señero, atrayente al público que ha enseñado a los espectadores y despertado en él el gusto por lo que todos conocemos como el bello arte del rejoneo. «maletilla»; «oro» y «remate» fueron tres de los caballos compañeros del jinete utilizados en la tarde de hoy, con el grácil y poderoso complemento de «cheque», pero es que además Diego Ventura está tocado de una versatilidad, preparación física, oficio, juventud y exposición tal que no hay ahora mismo caballero rejoneador que le iguale.
Completaban la terna Álvaro Montes que cortó una oreja y cosechó aplausos de las casi tres cuartas partes del aforo que acudió al reclamo del cartel anunciador en una tarde bochornosa que amenazaba tormenta, aunque por suerte no cayó en Arévalo y el jovencísimo jinete Manuel Moreno que dio una vuelta al ruedo y vio silenciada su labor en el que cerraba corrida. Tanto Montes como Moreno fueron despedidos con aplausos, en tanto Diego salió a hombros por la puerta grande.

Los toros de Luis Terrón, bien presentados, con kilos y lustrosos, resultaron sosos y rajaditos en general, salvo los dos que le tocaron a Ventura, bravos y aplaudidos en el arrastre.

La corrida estuvo presidida por el concejal del Ayuntamiento arevalense Juan Carlos Conde, asesorado por Domingo Nieto, el caul aguantó estoico la bronca de parte del público, por no dar las dos orejas a Diego Ventura en el segundo de la tarde. con muy buen criterio presidencial ya que en este toro la lidia de Diego no estuvo ni tan completa, ni tan perfecta como sucedió en el quinto. Fue golpeado dos veces su caballo y falló en una de las banderillas. Se ve que las voces de las cuadrillas, los silbidos, la lentitud en enganchar al toro para el arrastre, medidas poco afortunadas para reclamar una oreja al presidente, no dio resultado en la tarde de Arévalo y por ello, tal vez luego, cuando acabó de dar la vuelta al ruedo el rejoneador y recrudecerse la chifla contra el Presidente, Ventura hizo gestos ostensibles con la mano, indicando que el triunfo vendría en el siguiente, como así fue y resultó.
Álvaro Montes, rejoneador más veterano en esta singladura, le tocó abrir plaza con un toraco de Terrón, gordo y grandón que se paró enseguida. Estuvo bien con las banderillas a una mano, pero pinchó con el rejón de muerte y consiguió uno trasero que no fue suficiente para acabar con el animal. Tuvo que echar pie a tierra para descabellar al ejemplar.

En el cuarto de la tarde, mejor toro, al que también acompañó la embestida con el regatón de una garrocha, recibiéndolo a boca toril, tal como hizo en su primero, intentó encelarlo en la cabalgadura. Luego la lidia transcurrió sin sobresaltos, sobria, muy castiza y campera, hasta que terminó de un certero rejonazo con la vida de su enemigo, por lo que fue premiado con una oreja.
Y Manuel Moreno, un muchacho joven y muy nuevo en este oficio, mostró ciertos fundamentos en el primero de su lote de nombre «lagartero» y siguiendo las instrucciones de su mentor y maestro Diego Ventura que le daba desde el callejón. Por tanto, este chico tiene buenos fundamentos y mejor maestro, aunque predomine el color verde en su rejoneo. Seguro que el oficio acabará desarrollándolo perfectamente. No ha sido así esta tarde en Arévalo donde además ha estado errático con los rejones de muerte, muy nervioso, y mal con los de castigo, aunque se enmendó pese a lograr abrir un ojal en uno de los encuentros con el toro. Cerró corrida lidiando a «pintor«, el último de la tarde y el cierre de la feria de San Victorino en Arévalo que, además ha estrenado mejoras en la capilla y que tiene allí la efigie del mártir para que los toreros se encomienden a su protección.

En resumen, esta Feria organizada por Martín Perrino, un hombre que ha dado los toros de su pueblo con mucha dignidad un año más, y además habiendo sido abuelo recientemente, la alegría por el acontecimiento siempre feliz, merece nuestro ánimo, reconocimiento y apoyo. Son hombres aficionados que aman la fiesta y además trabajan por el pueblo que les vio nacer, ¿qué más se les puede pedir?.

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