Y otra tarde extraordinaria de sol y moscas para acompañar la corrida de El Pilar de Moisés Fraile en Valladolid. Media plaza con espectadores ocupando la sombra y quedando los tendidos de sol prácticamente desangelados, viéndose el cemento. Enfrente un pedazo de cartel, con los diestros Juan José Padilla, Morante de la Puebla y José María Manzanares que repitió actuación. Tras el paseíllo, Padilla fue ovacionado por el público y devolvió la atención junto a sus compañeros. Es posible que la llegada de la vuelta ciclista a Valladolid hoy mismo haya restado alguna presencia en el Coso del paseo de Zorrilla.
Seguro que mis compañeros de la comunicación y referencia de esta corrida han estado hoy más esponjados en el burladero del callejón, a los que echo de menos por los comentarios atinados que siempre dedican a esta estupenda fiesta de los toros. Ellos son quienes transmiten con cariño, y además prontitud, el resultado que hoy hemos completado debido a imponderables que no nos permiten acompañarlos, aunque conociéndolos ellos son hoy nuestros ojos y nuestros oídos: La simpatía y seriedad de Juan García Tejedor, de la Cadena COPE; la profesionalidad, visión tranquila y conocimiento profundo de la lidia de Domingo Nieto, de la Cadena SER y por supuesto las puntualizaciones de Manolo Sarmentero «Sarmen» que guarda el portón y se aferra al cerrojo, por si acaso… salta un toro al callejón y los retratos e imágenes captadas por José Salvador Alonso. A todos ellos, el grato recuerdo y las gracias.
Juan José Padilla que lucía el característico parche en el ojo lesionado en aquella fea cogida en Zaragoza, fue aplaudido tras su intervención. Faena aseadita y poco más. Cuando despachó al burel de una entera, la gente le ovacionó cariñosamente.
Morante de la Puebla es un torero que causa admiración cuando rememora aquellos pases y maneras de entender la lidia, tal cual decían las viejas crónicas de Paquiro. No pudo ser en su primero, pese a que tuvo pases de temple y calidad, con un buen cambio de mano por la izquierda, pero falló con los aceros y las opiniones, por aquello de unos bien, otros mal, se dividieron tras la lidia del segundo de la tarde.
Manzanares propuso en el coso una faena completa con ambas manos, bellísima, llena de arte, torería y emoción en su primer toro, aplaudido en el arrastre, sin embargo falló a espadas y el triunfo ganado se fue al garete, quedando grabada en su cara la contrariedad sufrida cuando dobló el de Moisés Fraile. Tocado por la serenidad y la belleza, sus huesos han crujido con la estética y composición de la figura en cada pase. El público hizo un reverencial silencio cuando el diestro se perfiló para matar. Por costumbre, lo hizo recibiendo y pinchó. Volvió a pinchar esta vez al volapié y por fin logró la estocada final. Todo quedó en una ovación con saludos.
Si dicen que segundas partes nunca fueron buenos, esta vez no fue el caso. Pues tanto Padilla como Manzanares desorejaron. El primero en una faena en que todo lo hizo el diestro y la de José María otra del que cerró plaza con una estocada en la suerte contraria. Al bueno de Morante, esta vez las opiniones se le dividieron y hasta aquí llegó el poeta.
En resumen, y por no cansar, esta crónica hecha de allí para aquí, quiero hoy dedicársela a quienes han sido verdaderamente sus autores, especialmente Pepe Estévez y Juan García. Gracias, amigos, por vuestra colaboración y ya os pasaréis por caja.
Fotografías: José SALVADOR.
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