No pasará «El Piñón de España» de este año para novilleros con picadores como dechado de virtudes de los toreros que debían torear, lidiar, banderillear o picar las reses elegidas al efecto. Lo de esta tarde visto en Pedrajas de San Esteban ha sido espectacular en cuanto a los novillos de Dolores Aguirre: Bien presentados, cuajados, lustrosos, bravos, duros que hicieron aplaudir al tendido cuando todos ellos pisaron el albero de salida por su excelente presentación fenotípica, ovaciones repetidas en el arrastre. A todos les arrearon tres varas en el caballo e incluso hubo dos que recibieron cuatro, por lo que la veintena de veces que fueron al caballo de picar es significativo para ver lo que sucedió después, ya que estos atanasios se vinieron arriba e hicieron tragar árnica a todos los toreros que hoy han intervenido.
Desconozco si eso de los miedos y el malestar es extensible desde las cuadrillas a estos muchachos que quieren ser toreros y deben enfrentarse a una reses sí muy bien presentadas, con romana, que se vinieron arriba y se hicieron dueños y señores de la tarde para gloria de la ganadera y demérito de los toreros. Y por no hacer demasiada sangre en una decepción tremenda por haber enviado al desolladero unos ejemplares que hubieran servido el triunfo en bandeja, absoluto, en otras manos más expertas y con mejor oficio, solo recordaré que en esto de los novilleros de Pedrajas está pasando como en la canción de los Celtas Cortos: «Hoy no queda casi nadie de los de antes y los que hay, han cambiado...» Pues eso.
Se han lidiado con tres cuartos de plaza seis utreros de Dolores Aguirre, los dos primeros rajados, nobles y mansotes y cuatro, encastados, con genio, bravos y espectaculares para Luis Manuel Terrón, vuelta al ruedo y silencio. Carlos Aranda, silencio y silencio y Julián Guerra, oreja y pitos.Todos empujaron en varas y el segundo «toquetito» derribó estrepitosamente al picador. Cuando Julián Guerra daba la vuelta al ruedo tras la lidia del tercero, una tormenta de amplio aparato eléctrico y truenos descargó agua que no impidió continuar la lidia.
Abrió plaza «Yegüizo» un toro que hizo ademán de rajarse en un par de ocasiones ante la muleta de Luis Manuel Terrón cuya faena había brindado al respetable, pero que no logró enjaretar una serie adecuada al animal. Puso voluntad el torero, lo intentó pero al comprobar que no podía dar más de sí, lo despachó de estocada, aunque en los estertores de la muerte el animal achuchó a uno de los banderilleros, dándole un golpe contra las tablas sin consecuencias.
En el cuarto, el toro «cantinillo», aplaudido fuertemente de salida fue tres veces al caballo dándole para el pelo. En la última, el animal hizo amago de querer quitarse el palo, seguramente por la horrible lidia a la que fue sometido por la cuadrilla. Terrón anduvo sin sitio y con prevención ante el burel, muy posiblemente contagiado del ambiente general que se respiraba en el albero. Hay un espectador con vozarrón potente, al lado de la banda de música que exclamó: «¡Dedícate al cante!«· Tras la estocada el silencio al torero cayó como una losa, mucho más pesada cuando aplaudieron al novillo en el arrastre.
Carlos Aranda instrumentó un buen saludo capotero de recibo al «toquetito«, segundo de la tarde, con una media verónica muy bien ejecutada. Puesto en el caballo, el toro derribó de un topetazo y ahí empezaron nervios, movimientos, falta de recursos, lidia horrible por la cuadrilla, sin quitar de la querencia de toriles al ejemplar. Sin embargo Aranda brindó al público y empezó por bajo, sacándolo a los medios con cierta gracia. Pero todo acabó ahí. Ya resultó imposible el lucimiento. Una estocada perpendicular y descabello y silencio en la plaza. En el quinto, un buen y bravo ejemplar de nombre «caracorta» mereció algo más por parte del torero al que se vio algo afligido. Una faena anodina en la que salvo una serie por la derecha más o menos lucida, un pinchazo y estocada, fue el obsequio a los espectadores que silenciaron su labor.
Julián Guerra cortó una oreja al «botero», tercero de la tarde. Comenzó con un buen saludo capotero del novillero y bien lidiado con el capote por Adalid. Brindó su faena al público y estuvo en novillero con el «atanasio» en algunos momentos de la lidia, hasta que el animal lo desarmó en dos ocasiones y decidió poner punto y final de una estocada entera efectiva, por lo que fue premiado con una oreja. En el sexto un gran novillo, un toro con toda la barba, «burgalés», se desató el gran desastre en su lidia, Tanto que ni David Adalid puso un par de banderillas en condiciones. Capotazos y más capotazos desengañaron al toro y cuando el novillero, afligido y desanimado al ver la barahúnda entre sus compañeros de cuadrilla, se fue por la espada sin dar ni un solo pase ni intentarlo, entre los pitos de la buena gente de Pedrajas, pinchó y colocó la estocada que despenó a este animal.
En fin. Hemos estado un año más en el Piñón de España de Pedrajas, certamen para novilleros con caballos, con dos auténticas novilladas duras, que a la postre no se comían a nadie. Eso sí con raza y encastadas como hace tiempo no veíamos. Y ya se sabe el dicho cuando hay toros no hay toreros, que dicen los viejos aficionados. Pues algo así pasó en Pedrajas este año. Una lástima porque se hayan ido los toros de dos ganaderías de prestigio casi sin torear al desolladero.
FOTOS: Jesús López y ROSANA CAPELLÁN GARCÍA
Pepe Luis dice
Que pena lo de Pedrajas de San Esteban. Sobre todo para los ganaderos. Las corridas y novilladas deberían ser «mixtas». Un novillo o toro de encaste denominado «duro» y otro de los «comerciales» para cada torero. Y a ver que pasa. ¿No sería esta una fórmula para dar interés a las corridas y, por lo tanto, a la Fiesta?? Ahí lo dejo…