Solo uno de seis, el toro conocido y bautizado como «guajiro» lidiado en quinto lugar salvó una tarde de soberano aburrimiento, indecisiones, caídas, pitos y protestas en Zaragoza en todo el encierro, pues la excepción fue un toro «raboso aldeanueva» de la ganadería de El Pilar de Moisés Fraile que hizo realidad el dicho de «No hay quinto malo».
Su lidiador Emilio de Justo lo entendió a la perfección y su faena estuvo emocionante de principio a fin, con remates de pecho a la hombrera contraria de esos que hacen reventar los olés en una plaza como la de la Misericordia aragonesa, a cuyo público brindó el diestro de Torrejoncillo. El colorado de el Pilar fue bravo y acudió al caballo de largo y con alegría, muy bien lidiado además por la cuadrilla donde Ángel Gómez estuvo colocando en suerte para sus compañeros Morenito de Arles y Pérez Valcarce, que tuvieron que desmonterarse tras la suerte de banderillas.
Y llegó de Justo y convenció tanto que a las primeras de cambio tiró la ayuda al suelo y se dedicó a torear tanto por la izquierda como por la derecha, sometiendo a «guajiro» que acudía humillando al cite del torero. La plaza se puso a revientacalderas cuando acabó de estocada entera con el animal y los tendidos tremolaron de blanco, lo que hizo que los dos pañuelos del premio asomaran en la balconada presidida en esta ocasión por Jorge Moreno. Creo que le faltó sacar el pañuelo azul para premiar el juego y la bravura del toro, aunque según estaba la tarde de protestas, ayes, pitos y flautas, obvió el reconocimiento el Presidente de la corrida.
Completaban la corrida Talavante que tan solo dio con decisión unos faroles al comienzo de su segundo del lote, un «joyito» para el que sonaron palmas de tango por la escasez de presencia y Pablo Aguado que tampoco estuvo el hombre afortunado con sus dos enemigos, prácticamente inválidos, bajos de fuerza, inútiles para la lidia que hicieron presagiar lo peor cuando en la primera hora de corrida ya se habían lidiado los cuatro primeros ejemplares.
Talavante para mí, en esta ocasión, ha representado la decepción personificada en su arte de torear, bien es verdad que por culpa de la falta de fuerza y raza de su lote. Si al menos hubiéramos visto alguna serie entregada, completa, poderosa… pero no, que si quieres arroz, Catalina con lo que se fue en silencio de Zaragoza.
Y Pablo Aguado idem de lienzo. Muy flojo en su saludo capotero en el que tan solo anotamos una extraordinaria media dada en un quite ante el toro de Emilio de Justo. Porque con la muleta Aguado ni estuvo ni se le esperó.
En resumen, una corrida seguida con alto interés por la afición zaragozana pero que resultó un auténtico fiasco por la falta de fuerza de las reses.
Fotos: José SALVADOR.
FICHA DE LA CORRIDA:
Zaragoza. Octava corrida de la Feria del Pilar. Lleno. Gran ambiente. Sonó el Himno nacional antes de romper el paseíllo.
Toros de El Pilar, sin fuerza, flojos de remos, pitados todos ellos en el arrastre, excepto el quinto, bravo y encastado, aplaudido.
Alejandro Talavante, Silencio y silencio.
Emilo de Justo, Vuelta al ruedo y dos orejas.
Pablo Aguado, silencio y silencio.
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