El Convenio Colectivo Nacional taurino publicado en el Boletín oficial del Estado el 8 de abril de 2010 necesita una revisión total y absoluta para que las disposiciones que en él se recogen y que han ido siendo modificadas por la vigencia que tuvo hasta el 31 de diciembre de 2012 sirvan a la causa. Hoy estamos con un Convenio en el que deberían revisarse con la realidad en la mano muchas cosas, pero sobre todo el capítulo económico . Este convenio , caso de no ser denunciado, queda prorrogado automáticamente por períodos anuales, aplicándose la cláusula de actualización de salarios mínimos.
En este Convenio hay creada una Comisión que llaman de Seguridad, vigilancia y control constituida desde 2018 por 12 representantes de la Asociación de Organizadores de espectáculos taurinos (ANOET); 2 de la Asociación de los Jóvenes empresarios taurinos; 7 de la Unión de toreros; 3 de la Unión profesional de Matadores, novilleros, rejoneadores y apoderados; 3 de la Unión de Picadores y banderilleros; 2 de la Asociación de Mozos de Espadas y puntilleros; y 2 de la Unión general de trabajadores (UGT). Esta comisión tiene competencias absolutas pues, entre otras cuestiones, realiza la función de visado de contratos de actuación y de los de formación de cuadrilla. Además sus acuerdos adoptados son vinculantes y obligatorios para todas las partes, según se especifica en el artículo 7, punto 7 del Convenio.
Esta Navidad se ha sabido que AJALVIR, una de las primeras ferias del año, no celebrará festejos ni feria taurina pues los gastos que ocasiona, han declarado desde el Ayuntamiento, son inasumibles por la localidad.
Durante muchos años hemos acudido a cubrir informativamente la Feria de Ajalvir que daba Cipriano Hebrero Bravo en su localidad natal. Cipriano y sus hijos con su empresa abría las ferias de toros con toda la ilusión, el esfuerzo, el trabajo y la dedicación, completando un año con otro las extraordinarias dificultades para ofrecer toros, toreros y un espectáculo más que digno y seguido, pese al frío serrano, por el público y aficionados, arropados con una manta y un caldo caliente echado al coleto en el Cubilete. Había encierros por la calle y la tarde de toros que animaban el pueblo con la presencia de seguidores.
Allí veíamos, como en tantos pueblos, cómo para picar seis toros de una corrida se precisaban seis picadores, cuando tan solo intervenían tres y no demasiado tiempo en la suerte de varas. Salir, señalar y para adentro, pues se cambiaba el tercio. O en banderillas, nueve subalternos, tres lidiando en colocación y seis colocando rehiletes que pasaban una sola vez, y a otra cosa mariposa. Tal vez porque corridas de toros en los pueblos no parecen ser tan viables económicamente como en otros tiempos: Ayer los tendidos llenos, hoy desangelados. Algo así como en Misa, donde solo hay canas y calvas y cada vez menos.
«De 120.000 a 150.000 euros nos costaba», dice la concejala de Festejos y Seguridad Ciudadana, Mari Carmen Ruiz, acabando con él los mismos que se repartían ese presupuesto, tan legítimo y bien ganado, como fuera de toda lógica, para un espectáculo que debe adaptarse a su nueva realidad.
En las actuales circunstancias, NO SE PUEDE SEGUIR DANDO FESTEJOS CON EL MISMO CONVENIO QUE HASTA AHORA. No es viable. Y podemos seguir engañándonos todo el tiempo que queramos con las tasas, los seguros sociales y hasta los veterinarios, pero el problema no se solucionará hasta que no se comprenda que la partida que realmente quema en el balance de un festejo es la de sueldos y salarios.
Como bien destaca el editorial del portal Cultoro: «Y aquí no hubo piquetes, ni incidentes a la puerta de la plaza ni del Ayuntamiento, ni sindicatos queriendo exigir explicaciones con las formas de una guerrilla bandolera. Ni profesionales queriendo impedir el desarrollo de los festejos, porque allí no olía a parné. Allí hacía frío, sonaba a lata y salía el toro grande con el billete chico. Y apetecía menos aún ponerse delante que pasar frío con el culo en la gélida chapa. Allí daba pereza hasta ir a manifestarse. Y por eso se murió Ajalvir, porque lo mataron».
El Convenio Colectivo Nacional taurino tiene que ser cambiado de arriba abajo y más cuando las circunstancias lo exigen. Y si no se hace, los cientos de matadores y de novilleros ni porvenir, ni futuro les queda y con ellos la Fiesta tal y como la conocemos. Así que, manos a la obra y a poner en marcha un Convenio que sirva al toreo no que lo destruya.
FOTOS: José FERMÍN Rodríguez
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