Santa María del Río, pueblecito leonés en la tierra de Cea tiene un enclave ganadero de bravo entre hojas de robles añosos y acogido al silencio de un viejo cenobio de otro tiempo donde la espadaña de la campana tañe tan solo en día de fiesta. Es la dehesa de Valdellán del ganadero Fernando Álvarez Sobrado, enamorado del campo, incansable emprendedor, luchador nato y hombre abierto y hospitalario donde se cobijan 150 vacas de vientre atendidas por seis sementales de raza y fachada, duros y nobles que reburdean entre la niebla en una mañana de diciembre que decidimos acercarnos para recoger la imagen y la impresión de un sitio que quiere y honra la bravura de sus toros.
Con la compañía amable y solícita de Jairo Cañero, el mayoral de la ganadería, de Juan Luis, el vaquero y tras un café que nos ofrece Maria Carmen en uno de los salones ganaderos donde lo único que falta es el crepitar de los troncos a la lumbre, todo lo demás se mantiene intacto, impecable como en una acogedora exposición de hazañas, hechos y cabezas de toros de una joven explotación agropecuaria que presentó la lidia de su primera corrida de toros en la segoviana Granja de San Ildefonso allá por el mes de agosto del 2009.
En las paredes cuelgan las caras de «Leonés»; «Cubano» el gran toro lidiado en Vic-Ferensac; «Huertano»; «Grajero»; «Divertido»; «Molinillo» haciendo el ángulo a los dos primeros que circundan la chimenea y cuyos nombres fueron «Palomero I y II». Una colección de honra y orgullo de su ganadero que los tiene en su recinto con sentido amoroso y reconocido por su comportamiento en la lidia, su acometividad, su bravura, su raza, su significación.
Todos los objetos, el recinto en sí, las instalaciones, giran alrededor del cuidado del toro de lidia que ahora enrazan con la sangre de El Pilar y cuyos orígenes fueron del Hoyo de la Gitana. Cerca ya de las corraletas se mueven los 70 añojos de saca, próximos a ser marcados en su bautismo de fuego en breve.
Esperando la llegada de la primavera cuando el lugar se transforme en una dehesa marina y celeste, con el verde explosivo y el croar de las ranas y trinos de pájaros, y llegue la hora de la salida de estos toros a las plazas en donde se lidiarán, hoy la nieblina húmeda y el frío se hacen notar en los cuerpos tras recorrer los cuarteles en un tractor para obtener la imagen que ofrecemos en este reportaje. Al salir y cerrar la portera, un hito de piedra con su nombre despide al viajero curioso, aficionado: «Baldellán».
Valdellán, toros leoneses de orgullo y calidad, nobles y encastados, triunfadores en Madrid en el pasado desafío ganadero con Saltillos, merecen ser toreados por diestros toreros en el escaparate de la plaza de las Ventas en una corrida completa. Que Valdellán tiene futuro grande y merecido.























REPORTAJE GRÁFICO: José FERMÍN Rodríguez
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