Pasan los días y las estaciones y los años y vuelve a retoñar la esperanza en una fiesta que quieren apagar a fuerza de manotazos interesados, surgidos desde el mismo gobierno que debería asistir y existir por todos y cada uno de sus ciudadanos sean de la condición que sean.
La fiesta de los toros es una fiesta libre y singular, uncida a la existencia de una muchedumbre incontable pero que suele permanecer callada y expectante ante los abusos a los que se ve sometida. Hace bien poco, se modificaba el decreto gubernamental retirando la condición de «artistas» y excluyendo a los profesionales taurinos del régimen especial de artistas en el que estaban incluidos hasta la fecha.
Desde unos años estamos viendo cómo la Tauromaquia ha sido y es objeto de ataques más que virulentos, en ocasiones llenos de violencia y agresividad, permitida y no combatida por quienes tienen la capacidad y fuerza para hacerlo. Las cercanías de las plazas de toros, antes de los festejos, tenían un sitio de algarada y protesta, insulto y enfrentamiento hacia las personas que acudían a las corridas, como si adormecieran en la seguridad que debe salvaguardarse siempre. En aras a una libertad de expresión se conculcaban los derechos de otros, tan merecedores o más de atención, respeto y salvaguarda, permitiendo impunemente insultar, vejar, provocar y violentar a grupos denominados antitaurinos. La pandemia ha hecho guardar silencio forzoso a quienes se denominaban defensores de animales alrededor de una plaza de toros.
Llega el momento de revitalizar la fiesta de los toros, promocionándola más y mejor, defendiéndola y reivindicándola con todos los argumentos a nuestro alcance. Y nada mejor que acudir a las plazas a gustar y enorgullecerse con la labor de los profesionales taurinos, poniendo la esperanza en el horizonte.
Valladolid, el querido coso del Paseo de Zorrilla, está a punto de anunciar y poner en cartel su ciclo anual taurino, siendo altavoz de la fiesta, llamando al aficionado, al público y a quienes gustan de esta peculiar fiesta y seguro lo hará nada más terminen estos días de procesión y santos de palo por las calles celebrando la Semana Santa. Es el tiempo de reverdecer, de renacer, de volver a vivir una fiesta grande, elocuente, sincera, emotiva y espectacular.
¡Ánimo, Valladolid, que ya queda menos!.
Fotos: Pablo ALONSO.
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