Aunque no lo hiciera para el resguardado palco, pues Jhonatan Blázquez «Varea», el torero de Castellón puso en pie a sus paisanos por una entregada faena a un toro de Hermanos García Jiménez, rubricada además por una estocada canónica, en el hoyo de las agujas, excepcional, inmensa, poderosa ya de por sí merecedora de premio.
Pero se ve que el diestro que apodera el vallisoletano Jorge Manrique y a quien vimos aguantar el chaparrón sin un paraguas con que cobijarse en el callejón de la plaza, está siendo preparado para una temporada que ya ha entrado esperanzada, pero que muy esperanzada para ambos.
A Varea le tocó un toro noble y bravo, que humillaba y metía con fijeza la cara en el engaño. Le endilgó por saludo unos lances rodilla en tierra y acto seguido gallear por chicuelinas para colocarlo en el caballo, desatando ya los aplausos de los espectadores.Se aplicó en el buen quite a la verónica, que rubricó con media y la luminosa serpentina. Doblado, rodilla en tierra para meter en el canasto al bravo animal del Cabaco, allá por la Peña de Francia salmantina, fundamentó su faena por el pitón derecho. Hubo algunos momentos con ese pellizco característico por el que ha sido considerado en las plazas. Y enjaretó al natural dos tandas reconocidas rematadas por el largo pase de pecho. La estocada entera, al volapié, merecedora de reconocimiento por sí misma. El público exhibió sus pañuelos pidiendo el galardón de los máximos trofeos, pero fue negado por la Presidencia al otorgarle una oreja nada más.
Al poco de ver la faena, y contar los diez segundos que tardó en doblar el toro, tras el propinado volapié, me permití enviar a Jorge la enhorabuena por lo visto en su torero y desearle ánimo y suerte en esta temporada en que ambos han estrenado una relación de apoderado, torero.
Jorge Manrique que, antes que cocinero ha sido fraile hacía de tripas corazón y sabía que en esto del mundo taurino a la ocasión la pintan calva. Por ello el triunfo de hoy de Varea, incontestable, debería haber sido merecedor de mayor premio por el cicatero palco.
Digan lo que digan este torero de Almazora tiene en sus manos un halo de torería que lo encumbrará no tardando, si la cosa no se tuerce, en lo alto del escalafón.
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