¡Cuánto ha dado al mundo de los toros Antonio Díaz Cañabate!. Un hombre, un escritor, un personaje señero, inigualable, de los pocos escritores completos que han dado a la tauromaquia a lo largo de su historia el significado, la esencia de la palabra justa, medida, dicharachera, cabal, entrañable y singular para describir la faena de un diestro, una acción o el relato de una corrida de toros a la que asistió.
Con el inmejorable medio o herramienta con que contamos todos cuantos nos dedicamos a escribir y a hablar en público, a hilar frases y palabras con un sentido y una intención, hoy día se cuenta con la posibilidad de echar mano a internet, donde se alojan innumerables escritos de los grandes personajes de la historia. Añádase a esto la impagable labor de las hemerotecas de algunos diarios, caso del ABC, que pueden consultarse en su totalidad, y tendremos un recuerdo y un regusto a lo expuesto por esos grandes autores de quienes debemos aprender y si no, al menos conocer.
Uno de ellos hacia el que tengo especial predilección es Don Antonio Díaz Cañabate y con delectación leo sus escritos taurinos que me enseñan y me orientan en muchas ocasiones en las que yo también, plumilla en mano, debo relatar y contar a los demás el contenido de una faena en cualquiera de las plazas a las que acudo a ver una corrida de toros, una función taurina que atrae a muchos y que debería interesar a muchos más.
En esta ocasión lo hacemos hacia el tendido de los sastres, definición taurómaca que recoge a todas aquellas personas que de baracalofi, gratis total, aupadas en un promontorio alto, por encima de los tejadillos de la grada y andanada, contemplan la corrida y ven de balde la misma, gracias a la cercanía del edificio colindante a la fábrica del coso taurino.
Suele el tendido de los sastres llenarse de amigos y vecinos que siguen con atención las evoluciones del torero. Verdad es que las dos fotografías con las que ilustramos este tendido de los sastres no son el de Gibralfaro de Málaga que cuenta Cañabate y a donde se subió para ver torear a Curro Romero; Paco Camino y Mondeño seis toros de la viuda de Garrido, sino Roa de Duero y Toro, dos placitas con solera y antigüedad que han dado toros de tronío y espectacularidad.
Tan ricamente desde casa, asomados en la terraza, ven los toros y silban y critican y aplauden como si estuvieran dentro también, constituyéndose en unos espectadores de altura. ¡Qué diferencia con aquellos que dieron origen a este nombre tan taurino!.
Y recordemos al maestro: Todo viene a que en la plaza madrileña de la calle de Alcalá no había desolladero y los toros eran destazados en plena calle. Muchos curiosos contemplaban el descuartizamiento y cuando abrían las puertas de la plaza para que las mulillas arrastraran otro toro, ya se conformaban con la fugacísima visión del coso. Así pasaban entretenidos a su modo la tarde viendo la poco grata faena de carniceros y destazadores, lo que dio origen a la expresión «tendido de los desastres«. Con el tiempo, la gratuita localidad pasó a llamarse de los sastres. ¡Qué cosas!. Sería el oficio de aquellos componedores de prendas, del hilo, aguja y tijeras quienes sustituyeron la originaria denominación. En resumen, desastres por de sastres y quedó cosida la gracia para siempre en los anales taurinos.
Fotos: Fermín Rodríguez
luis alvarez dice
gracias por el artiuculo con que ilustra en esta ocasion a cuantos seguimos sus publicaciones. la foto es de mi pueblo rOA DE DUERO
juanjo dice
En otro sitio he leído que viene el nombre de la misma plaza de Madrid ,pero ,que por coser las tripas de los caballos heridos en ese lugar aledaño al coso,y, donde se acercaban los que no pasaban por taquilla, tomó ese nombre y nada que ver con «desastres»