Los toros vistos desde el palco siete La Feria de San Pedro Regalado acabó con mucho mejor tiempo, claridad y luz con que empezó. Desde por la mañana un sol radiante, presagio de triunfo y arte, aunque sin moscas por aquello de la escarcha y rocío mañanero, apuntaban razones para acercarse al Coso del paseo de Zorrilla a ver la corrida de toros que cerraba el serial de San Pedro hasta el año que viene, si Dios quiere. Previamente, hacia el mediodía, la Casa Consistorial se vistió de luz, lentejuelas y repostero de gala para acoger en su salón la entrega del premio de San Pedro, instituido por el Ayuntamiento vallisoletano en 1952, como quien dice el año que nací yo. Galardón taurino que recogió Cayetano Rivera Ordóñez de manos del alcalde Javier León de la Riva. Desde que Emilio Ortuño “Jumillano” obtuviera el primero de los reconocimientos hasta éste de Cayetano se han entregado 58º trofeos en homenaje a un santo patrón de toreros nacido en Valladolid, con lo que este trofeo taurino vallisoletano se aupa como el decano, preciado y más singular de cuantos se otorgan en la capital del Pisuerga.Pero vamos a la corrida que para eso estamos aquí.Los murubes con divisa blanca, grana y amarilla, de Pedro Gutiérrez Moya, en su versión hasta hace poco Pedro y Verónica Gutiérrez Lorenzo, con cambio de nombre, aunque no de hechuras ni sangre, vinieron a Valladolid con la ilusión puesta en hacer disfrutar a los toreros y al público, hoy un poco ayuno de vibración, alegría e interés, como consecuencia de las circunstancias por las que atravesamos todos. En fin, el hierro de cabecera del torero salmantino ha pasado a llamarse San Mateo y San Pelayo por, según sus palabras, «acreditar el nombre si algún día cambia de manos«. Y los toros de hoy lidiados en Valladolid por Leandro, Talavante y Cayetano, astados exhibicionistas de la bondad. Menos mal que el último fue devuelto por manifiesta invalidez y salió el remiendo de José Vázquez de nombre “despejado” que a fuer de sinceros, despejó la tarde, presentando una faena que convenció y animó al poco público que acudió a la plaza. Cayetano fue su mentor y, aunque recibiera un recado en forma de aviso del presidente Manuel Cabello, asesorado por Cachichi, la oreja fue un premio merecido a tenor de la lidia, de las circunstancias y del desenvolvimiento de la faena. La verdad que fue el único toro, con hechuras de toro de los lidiados en la tarde de hoy, midiendo, galopando y queriendo coger si las cosas se le hacían mal. Sonaron fuertes y bien los aplausos a Cayetano, vestido impecablemente de gris perla y oro, tras el trasteo al ejemplar de Vázquez, al final de cada serie, variada, ceñida y valiente.De los otros cinco poco o nada que decir. Lidia insulsa en todos ellos, desde el “zapatero” que abrió la corrida hasta el “mercenario”, corrido en quinto lugar, la nobleza y la tolerancia en los toros, en los toreros y en el público y, salvo el encastadito “bolillero”, lidiado en quinto lugar por Talavante, el toreo más fue de carretón e insulso y amparando el miedo de cuantos intervinieron en el festejo.Leandro, el vallisoletano y toresano torero, fino, elegante y con hechuras pero que se le pasa la pascua porque sigue sin matar, vestido de lila y oro, había despertado cierta expectación. Recibió bien de salida a su enemigo, pero la faena se fue apagando a medida que transcurría el tiempo. Un pinchazo; media estocada y un descabello arrancó sólo una ovación respetuosa del respetable que llenaba en un cuarto de plaza el coso de Valladolid. Y en el cuarto, la misma medicina y eso que había brindado al alcalde de Valladolid, Javier León, un aviso y tras pinchazo, estocada y descabello acabó con “veleto” de 512 Kg en la báscula.Talavante que sustituía a Manzanares, nada entre dos platos. Poca cosa, poco toreo y mucho pase, por el que corría demasiado el aire. Una faena muy cómoda, sin despeinarse, de carretón, con uno de San Pelayo, y pegando pases vacíos, con poca emoción hasta la hartura en el quinto soso de la tarde.
Estos murubes de Pedro Gutiérrez que trajo a Valladolid, comoditos de cabeza, sin alharacas, sin peligro alguno, son nobles, pastueños y bondadosos. Hicieron bostezar en más de una ocasión a la concurrencia. Sin embargo, el lidiado por Cayetano para cerrar corrida y feria, de José Vázquez, fue lo mejorcito en toro de la tarde.
y así, colorín, colorado, la Feria de San Pedro Regalado se ha terminado. Atrás quedan los sones magníficos del pasodobles interpretados por la Banda de Íscar, encargada de amenizar el espectáculo, los graznidos exteriores de opuestos al régimen, cuando empezaba la corrida; la perspectiva de visión en el palco; la siempre grata compañía de Lera, Javier Fernández, Javier Herranz y Domingo Nieto, que con sus comentarios atinados animaron el cotarro en aquella reunión de graderío por hombres amantes de los festejos taurinos, de su verdad y de su integridad. ¡Hasta la próxima, amigos!.
VALLADOLID. Corrida de toros. Un cuarto de plaza.Cinco toros de San Mateo, San Pelayo y Carmen Lorenzo, nobles y flojos y uno de José Vázquez, encastado y bravo paraLEANDRO, ovación y saludos.TALAVANTE, ovación y aplausos yCAYETANO, aplausos y una oreja.
Deja una respuesta