Ya están los toreros en capilla para echar a andar una temporada taurina que se presenta con la incertidumbre, los problemas, las esperanzas y los escalofríos del miedo, pero también con el arrojo, el valor, el sentimiento y el logro de triunfos y aplausos en una singular vuelta a la rueda de la vida de cuantos profesionales quieren y hacen de la Tauromaquia su medio de vida.
Ahora mismo los dos primeros toreros que están a punto de iniciar un paseíllo meditan, rezan, se encomiendan a lo Alto y a su oficio para salir con bien del encuentro. Ellos son dos toreros de nuestra tierra, uno de Burgos y el otro de Valladolid que junto a un caballero navarro intervienen en la corrida de toros del comienzo de temporada en la localidad madrileña de Ajalvir.
Una tarde fría pero arropada por el calor de los aficionados que acuden allí dándose cita junto a las riberas del mítico Jarama para ver la lidia de seis toros, seis, en honra y homenaje a San Blas, el santo intercesor de los males de garganta.
Por el significado que todo comienzo, el alfa de las cosas, tiene para ellos, me permito desearles suerte, ánimo y arrojo para que su acto se diga de esfuerzo y el que lo hizo esforzado.
Para la plaza van David Castro Luguillano y Jesús Martínez «Morenito de Aranda», arte y duende, belleza emocional y riesgo calculado, fe en lo suyo y esperanza para el porvenir que aguarda.
Ya rasga el aire el clarín y volverá a sonar el chasquido del capote entre los bufidos de un toro bravo, porque está aquí la nueva temporada.
¡Suerte y fuerza a todos!
Dibujo: Antonio Guzmán «CAPEL»
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