La popular canción «he de ir, he de ir a los toros de Valladolid…» que se repite indefectiblemente una y otra vez en la garganta de tantos jóvenes que disfrutan de la fiesta de los pueblos y que en tantas ocasiones se puede escuchar entre los sonidos agudos y estridentes de las charangas, tiene realidad a partir de hoy con el comienzo de la Feria taurina de Valladolid y hasta el próximo domingo.
En el programa festivo, muchas y variadas actividades lúdicas, musicales, recreativas y de entretenimiento. Y en ellas, no faltan los toros, singular espectáculo lleno de tradición y significado para tantos y tantos pueblos de nuestra geografía. Valladolid, ciudad taurina, es la divisa, el galardón, la marca que el Consistorio de la capital le dio en un pleno mayoritario presidido por Javier León, el alcalde de Valladolid, un extraordinario aficionado a la fiesta, conocedor de la misma y hombre entregado a la causa de la claridad y del servicio a sus ciudadanos. Valladolid fue declarada ciudad taurina y ello, aunque haya personas que lo tengan como remoquete, hay otras que lo muestran como timbre de orgullo, frente a esas modas extrañas procedentes de otros lugares de la tierra que quieren cambiar a toda costa e imponer con la violencia intransigente, basada en el miedo, el insulto, en la agresividad y en la intolerancia a los demás sus formas extrañas de animalistas que conculcan sobre todo la libertad.
Yo he de ir, yo he de ir a los toros de Valladolid… Porque los toros en Valladolid son un ejemplo vivo de disfrute, de colorido, de emoción, de entrega, de belleza, de arte y de plasticidad. Pero también a los de Laguna de Duero, tan cercana a la capital que coincide en días y anuncios en festejos taurinos de primer orden. Así los días 8, 9, 10 y 11 en Laguna de Duero la promoción de jóvenes promesas toreras, novilleros, centra el objetivo de su programación, llevada a efecto por un torero de la tierra que ya se cortó la coleta hace unos años. Jorge Manrique, el zurdo riosecano, que tantas tardes de gloria dio a su tierra frente a las astas de un toro por esas plazas españolas pone en escena un programa taurino muy atractivo.
Nuestra Señora la Virgen de San Lorenzo, patrona de Valladolid, y Nuestra Señora la Virgen del Villar de Laguna de Duero, dos advocaciones distintas pero hermanas, acogen bajo su manto la feria taurina de septiembre, cuando ya están alzados los cereales y con la uva a punto de vendimia, en una tierra histórica, llena de significación y profundas tradiciones donde el juego eterno del hombre con el toro sigue dando momentos y vivencias espectaculares.
En Valladolid, Ángel Gallego, el hombre que regenta Valtauro, la empresa encargada de llevar al coso del Paseo de Zorrilla los toros, ha puesto también su esfuerzo y su trabajo al servicio de una causa singular. Su programa puede consultarse justo aquí al lado en un reclamo que merece atención y seguimiento.
Son hombres que aman los toros y creen en ellos como símbolo perenne en los pueblos, a los que se acerca el aficionado con pasión, esperanza y con la sensibilidad de ver y gustar las evoluciones de un diestro frente a un toro de lidia, uno de los animales más hermosos de la creación.
Dos ciudades taurinas ya ponen en marcha su toreo, Laguna y Valladolid.
Es septiembre, hora de ir a los toros, con orgullo y esperanza.
Fotos: José Fermín Rodríguez
Deja una respuesta